por Ambre Tosunnoglu
Hace diez años la irrupción de las Femen, denunciando con sus pechos desnudos la opresión política o religiosa, ya fuera en Ucrania o en Túnez, causó un impacto mundial. Pero una década después, debilitadas por divisiones y condenas judiciales, su estrella palidece.
El método de estas militantes dio la vuelta al mundo en 2010, cuando un grupo de Femen ingresó en un recinto de votación en Kiev para denunciar el riesgo de “una dictadura” si era elegido el candidato prorruso Viktor Yanukovich.
El mismo lugar, y la misma forma simple y contundente, fue la que eligió una activista este domingo para protestar contra Silvio Berlusconi el día de las elecciones en Italia.
Con coronas de flores en la cabeza y consignas escritas con letras negras en sus pechos desnudos, estas mujeres, que a menudo son jóvenes y esbeltas, logran engañar a los servicios de seguridad y colarse en manifestaciones, eventos deportivos o mitines políticos para gritar su mensaje: no a la opresión.
“Ellas son muy valientes, no les da miedo recibir golpes” pero “no desarrollaron mucho la reflexión”, opinó Francoise Picq, historiadora francesa del feminismo.
Inna Shevchenko, de 27 años, una de las figuras del movimiento Femen, dijo que esta crítica tiene cabida y admitió que fueron “las activistas francesas las que le enseñaron a sostener debates ideológicos”.
El cuarteto original compuesto por las estudiantes ucranianas Anna Goutsol, Iana Jdanova, Oksana Chatchko y Sasha Shevchenko se proyectaban como los posibles nuevos íconos del feminismo.
Pero como nadie es profeta en su tierra, en Ucrania muchas veces se las percibía como “prostitutas” a la orden “un partido político, Occidente, un hombre o Estados Unidos”, contó Inna, que se unió al grupo más tarde.
Les Femen, cuya acción fundadora el 15 de abril de 2008 en Ucrnia pasó desapercibida, se hicieron conocer en el extranjero con acciones espectaculares contra presidentes acusados de autoritarismo -como el mandatario ruso Vladimir Putin o el turco Recep Tayyip Erdogan- o contra partidos políticos, como el Frente Nacional en Francia.
Estos actos logran generar alboroto, sin que se sepa realmente a cuántas mujeres este movimiento agrupa.
En octubre de 2011, “vinieron de Ucrania para organizar una acción contra Dominique Strauss-Kahn (entonces acusado de violación) mientras que las feministas francesas todavía no habían reaccionado”, recordó Eloise, una joven francesa que está convencida de que las Femen “van a actualizar el activismo”.
En diciembre de 2011, una acción en Bielorrusia marca un punto de inflexión: “Fuimos detenidas delante de la sede de los servicios secretos, llevadas a un bosque y torturadas”, contó Inna.
Después se enfrentaron a la amenaza de ser condenadas a prisión en Ucrania, donde la policía encontró armas en sus locales, tras lo cual decidieron cerrar e irse.
“Sin matices”
Por suerte, entre tanto, un grupo de francesas las habían contactado para crear una célula en París. Fueron ellas que dieron refugio a Inna en el verano de 2012.
Pero en el exilio, a donde también llegaron Oksana Chachko y Sasha Shevchenko, no pudieron lanzar sus actividades con la misma potencia.
“Cuando llegamos, vimos que Inna no había creado un grupo de activistas, sino de fans”, dijo Sasha, de 29 años, que ahora es ama de casa y vive refugiada en París.
Después siguieron las deserciones, a medida que las militantes comenzaron a atacar símbolos religiosos y lugares de culto, como la catedral de Notre Dame de París en 2013.
“Esto carecía de matices y de comunicación”, destacó Eloise, que desde entonces dejó el movimiento, al cual considera “muy piramidal” y “jerárquico”.
A esto se sumaron los rumores de que recibían un financiamiento de Israel, tenían tendencias islamofóbicas o que habían pruebas estéticas para elegir a las militantes, se lamentó la joven.
A estas dificultades internas, se sumaron las agresiones físicas de militantes, el juicio en París por acusaciones de “exhibición sexual” y las condenas, una de ellas a una activista en Túnez que fue sentenciada a cuatro meses de prisión en suspenso por haberse manifestado en toples contra los islamistas de Ennahda en 2013.
En 2018, “lamentablemente la misión es la misma que teníamos en 2008”, constató amargamente Anna Goutsol.
En un momento en que en Kiev las Femen retoman discretamente sus actividades, miles de mujeres en todo el mundo toman la palabra para pedir justicia y más respeto de los derechos tras el escándalo Weinstein. Esta ola 2.0 con la etiqueta #meetoo.
(*): AFP-NA.